Tres apuntes sobre Gaza

El indudable efecto que ha producido el ataque de este sábado es el del desconcierto, el pánico y la rabia entre los israelíes, que jamás se habían visto sorprendidos de tal manera por los palestinos.

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La inmediatez y urgencia de los acontecimientos se dispara de tal manera que es muy posible que la realidad haya desbordado al texto que ahora se está redactando. Pese a todo, bien merece la pena que extraigamos algunas notas.

I. Victoria psicológica de Hamás

El indudable efecto que ha producido el ataque de este sábado es el del desconcierto, el pánico y la rabia entre los israelíes, que jamás se habían visto sorprendidos de tal manera por los palestinos. Aunque la ofensiva se planeó para conmemorar los cincuenta años del ataque egipcio en Suez, que inició la guerra del Yom Kippur (1973), el resultado de esta acción es mucho más parecido al de la ofensiva vietnamita del Têt (1968), cuando los americanos fueron sorprendidos por una serie de golpes de mano del Vietcong en todo Vietnam del Sur, cuyas impactantes imágenes aterrorizaron a la población americana. Pese a que la victoria militar fue estadounidense, el ataque vietnamita desmoralizó a la opinión pública yanqui y fue un éxito político del régimen comunista de Hanoi. Lo más importante de la operación de Hamás no es que haya caído una cantidad importante de material militar en poder de unas milicias que no van a saber emplearlo, ni que las defensas israelíes se hayan roto y la infiltración palestina haya llegado a avanzar más de veinte kilómetros en el territorio de Israel. Tampoco los muertos ni los rehenes, sino la sensación de inseguridad que la acción de los muyahidines islámicos ha creado entre la población israelí. Esta operación

Es la prueba de que no existe la seguridad completa para el Estado de Israel y de que jamás existirá

es la prueba de que no existe la seguridad completa para el Estado de Israel y de que jamás existirá. Pese a la superioridad en armamento y los fondos inagotables de ayuda internacional, la resistencia árabe siempre encuentra una forma de romper el cerco hebreo.

Las imágenes inmediatamente difundidas por los palestinos de prisioneros judíos, en especial de mujeres soldado, a las que pronto se añadirán las de rehenes civiles, tendrán el mismo efecto que las acciones del FLN en Argelia: espantar a los israelíes y animarles al éxodo. Un soldado muerto impresiona mucho menos que unos indefensos paisanos aherrojados en una mazmorra. El público se identifica con el niño y con la mujer, no con el militar. Por lo visto, nada más lanzarse el ataque, se inició un movimiento de salida en los aeropuertos que muestra cuál es una de las grandes debilidades del Estado judío: cualquier ciudadano israelí puede tomar su pasaporte, contratar un billete de avión y establecerse en Estados Unidos sin demasiados trámites. ¿Cuántos israelíes con un alto nivel adquisitivo y buenas capacidades profesionales querrán para sus hijos un destino de guerra permanente, de sobresaltos continuos? La sensación de vulnerabilidad de estas últimas horas ha roto el mito de la omnisciencia y omnipotencia de Israel. La propia reacción vociferante y jactanciosa del gobierno de Tel Aviv indica un alto nivel de frustración y hasta de histeria, porque uno de los pilares de la estabilidad del estado se derrumbó ayer de forma difícilmente reparable. El ejército y los servicios de espionaje han demostrado su incompetencia en un campo altamente sensible, posiblemente el más delicado de la seguridad nacional. La exigencia de responsabilidades en la Knéset debería hacer prácticamente imposible la supervivencia de Netanyahu, que siempre ha fundamentado su acción política en ser el hombre fuerte con el que Israel estaba seguro.

II. El salto cualitativo de Hamás

Los islamistas de Gaza han sabido adaptarse a la situación política y estratégica. No sólo han acertado con el momento concreto para lanzar su ataque —un sábado en vísperas de un período vacacional—, sino con el momento político,

Cuando los arsenales de Occidente e incluso los israelíes se están vaciando con la ayuda a Ucrania

cuando los arsenales de Occidente e incluso los israelíes se estaban vaciando con la ayuda a Ucrania. Y más importante aún, esta ofensiva hace retroceder el acercamiento entre Tel Aviv y los gobiernos árabes de forma irreparable, sobre todo a medida que se intensifique el contraataque israelí y empiecen a caer víctimas civiles palestinas. La inteligencia política de Hamás ha sido muy menospreciada, pero ha conseguido el apoyo militar de Hizbolá en en Líbano y, sobre todo, el inquietante movimiento del ejército egipcio en dirección a Gaza, donde ya han entrado sus ambulancias militares. La solución definitiva del problema palestino mediante una limpieza étnica, que es lo que pretende el gobierno israelí, es imposible, porque ocasionaría una guerra inmediata con Egipto y porque los árabes tienen ahora más peso político que en 1948, cuando se pudo realizar sin el menor inconveniente diplomático. La propia Europa, intensamente islamizada en los últimos cincuenta años, no podría apoyar a Israel con la misma contundencia con que lo hizo en 1967 o en 1973.

Además de aprovechar una coyuntura política mucho más propicia, los palestinos han demostrado una eficacia táctica muy destacable, en la que posiblemente se encuentre la mano de los servicios de Irán. Las amenazas directas que Yoav Galant, el ministro de Defensa israelí, lanzó contra Teherán fueron respondidas horas más tarde con el bombardeo de posiciones judías desde el Líbano por Hizbolá, señal del poco miedo que los israelíes causan en la República Islámica. La perfecta sincronización y el aprovechamiento del efecto sorpresa indica que las tropas de Hamás no son grupos de milicianos al estilo de la España roja, sino soldados perfectamente conscientes de su oficio y que han sabido sacar el máximo provecho de su inferioridad de armamento. En cuanto a la guerra de inteligencia, la Fuerza Quds iraní ha adiestrado muy bien a sus discípulos palestinos, que sorprendieron por completo al poderoso Mossad, cuya ignorancia de lo que se estaba tramando en una gran operación de estas características da un golpe a su prestigio del que será muy difícil que se recupere. Sin embargo, Irán, el defensor de Siria y el protector de Palestina, se consolida como la potencia rectora del mundo islámico, en competencia con Turquía, donde las manifestaciones nocturnas en favor de los palestinos le han mandado un claro aviso a Erdogan sobre los límites de sus coqueteos con Israel.

III. Otro frente abierto para Occidente

Mantener el régimen de Zelenski en Ucrania está requiriendo un enorme esfuerzo por parte de las economías occidentales. Si a esto se añade la crisis de Gaza, que puede acabar convirtiéndose en un conflicto regional de consecuencias catastróficas, la reelección de Biden se complica muchísimo, por no hablar de la supervivencia de los gobiernos vasallos de Europa. Basta con que el lector piense las consecuencias en el precio del petróleo que tendría una improbable (de momento) extensión del conflicto en Irán, Irak o Arabia Saudí. Los arsenales de la OTAN no dan abasto con Ucrania y ahora hay que armar a un aliado que es mucho más importante para Estados Unidos que la fracasada aventura del Donbás. Y eso por no hablar de Taiwán y las tensiones con China. Y no se debe de olvidar una particularidad que cuenta muchísimo en la política americana: Trump es el más decidido partidario de Israel, bastante más que Biden.

Todo parece indicar que

Nos espera una campaña larga, cruenta y sucia en Gaza

nos espera una campaña larga, cruenta y sucia en Gaza. Si la resistencia palestina es tan eficaz como lo ha sido su ataque, Israel tendrá muchas más bajas que en el Líbano o en la Intifada y eso acabará desmoralizando a la ciudadanía, como ya sucedió en las otras dos ocasiones. Repetir la política de ocupación es empecinarse en el error. Por otro lado, el coste de imagen que supondrá la muerte incesante de civiles palestinos acabará con los acercamientos diplomáticos de Israel con los países árabes y el intento de una limpieza étnica en Gaza sería la guerra con ellos. Gaza se ha convertido en un laberinto con difícil salida y un minotauro en espera de víctimas. La primera ya tiene nombre: Ucrania.

  

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